"Chernobyl", la miniserie como herramienta para hacer memoria

Fútbol y energía nuclear en el fin de la URSS

En el mundial de fútbol de México 86 el gobierno de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas URSS confiaba en un éxito absoluto de su selección nacional. Ganar el certamen ayudaría a desviar la atención internacional que el desastre nuclear de Chernobyl había sembrado para siempre en todo el mundo. Pero el 15 de junio 1986 la URSS sería eliminada en los octavos de final y nunca más volvería a participar en un mundial de fútbol. Los tres años siguientes constituirían para la URSS la recta final de su hundimiento absoluto como proyecto político.
 
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El mayor desastre nuclear en Europa

Un régimen totalitario, gobernado por una espesa casta burocrática, quedaría expuesto ante el mundo por un error de cálculo en el manejo de un simulacro de seguridad nuclear. El mayor de los desastres nucleares del siglo XX, después de las bombas de Hiroshima y Nagasaki, quedó registrado para la historia en Ucrania, una de las repúblicas de la URSS. Chernobyl una pequeña ciudad de la que nadie hablaba hasta entonces se instaló en las primeras planas de los diarios del mundo el 26 de abril de 1986. El reactor 4 de la central de energía nuclear Vladimir Ilich Lenin sufrió una explosión que haría temblar a toda Europa.
 
 
HBO y SKY se asociaron para contar esa historia en una miniserie que rápidamente se ganaría un lugar en el exigente listado de las mejores series de todos los tiempos, según IMDB.
 
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El formato preciso: la miniserie

La reconstrucción de ese apocalipisis nuclear estuvo a cargo del guionista y show runner del proyecto Craig Mazin. Guionista de largometrajes de entretenimiento intrascedente como Hangover II o Scary Movie. Su presente lo redime de un pasado que resultó ser un camino para llegar al edén de las series de culto.
 
Las miniseries no suelen ser vistas con muy buenos ojos por las casas productoras y los canales por su aparente baja rentabilidad. En el negocio se prefieren los relatos largos y todo productor delira en sus fantasías mercantiles con un éxito que exprimir por lo menos 5 temporadas. El formato de la miniserie ha ganado terreno con las nuevas plataformas de televisión, su duración resulta ser un producto exquisito si está, como es obvio, bien hecho.
 
Este formato representa para el guionista novato una ventaja. Su duración le permite apostarle a una historia que se desarrolle dentro de los cánones de la estructura clásica, sin romperse la cabeza pensando en la expasión de una segunda y tercera temporada. Reto, sin duda, que requiere mucha más experiencia, trabajo y apoyo de un equipo de guionistas y un sagaz Story Editor. Desde el punto de vista de la audiencia resulta apetecible, en especial, para un segmento no menos significativo que se resiste a los relatos extendidos en agotadoras temporadas. Quizás la miniserie sea para espectadores que amamos el relato cinematográfico por encima de todas las cosas, quizás sea para una audiencia que crecimos frente al televisor con capítulos unitarios de series ochenteras. Posiblemente sea un asunto generacional, pero al fin y al cabo, un fuerte segmento de una audiencia que prefiere los largometrajes y los libros. 

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Clásico nuclear

No existe un algoritmo, por lo menos hasta hoy, que pueda determinar el éxito o fracaso de una serie, un largometraje, un libro, o una canción. La audiencia y la crítica tienen la última palabra aunque a veces no compartan gustos y criterios. La miniserie Chernobyl tuvo la fortuna de ser valorada positivamente por críticos y espectadores. La escritura del guion es contundente, no tiene fisuras en el argumento, sus diálogos son bien elaborados, con personajes complejos, y una progresión dramática inteligente y conmovedora. Las dosis de tensión y suspenso llevan al espectador a revivir desde varios puntos de vista narrativos la tragedia y la respuesta ante el desastre. El foco recae en las víctimas y los héroes que lucharon por contener el incendio. Ese aspecto humano, olvidado por la cifras y los esfuerzos del régimen por ocultar la dimensión del desastre, le permite a la historia conectarse con una audiencia sumergida en la calidad del relato. Craig Mazin tuvo su punto de partida con la lectura de la obra de no ficción "Voces de Chernobyl", de Svletana Alexievich, ganadora del Nobel de Literatura en el 2015

El arte de la producción

Reconstruir una realidad a través de sus objetos, vestuario y maquillaje es el reto de toda dirección de arte. El equipo de Chernobyl presenta una lánguida URSS donde todo parece estar apunto de derrumbarse. La elocuencia del equipo de arte es evidente en cada detalle y entra en perfecta sincronía con la propuesta cinematagráfica del sueco Jakob Ihre. La atmósfera lúgubre y tóxica que envuelve el relato deja a un lado la función escenográfica para erigirse como una protagonista con un rol arrollador.
 
Otro de los notables aciertos de la magnifica producción fue el casting. La selección de los actores es una decisión crucial para toda creación audiovisual. El reparto de esta producción es un abanico de caracterizaciones que le dan a la historia una variedad de personajes bien interpretados por el equipo de actores. El peso protagónico de la serie recae en tres personajes encarnados por los experimentados Jared Harris, Stellan Skarsgard y Emily Watson.
 
El diseño de sonido, la banda sonora, los efectos especiales, y la edición no se pueden pasar por alto en este clásico de la televisión del siglo XXI. 

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HBO: productora de grandes éxitos

HBO sigue siendo la casa productora con más éxitos en la industria de la televisión mundial. Sus riesgos han marcado el camino para productores, guionistas y realizadores de un medio que se reinventó gracias a la crisis de los canales abiertos y la competencia de las nuevas plataformas de distribución. La apuesta en la producción de Chernobyl la asumió de la mano con su colega inglesa SKY y cosecharon un éxito que todavía sigue resonando. De los las 15 nominaciones a los premios Emmy del 2019 obtuvo 14 y ya la instalaron el el top de las mejores series de todos los tiempos junto a The Wire, Breakin Bad, Game of Thrones, y Los Soprano.
 
Es un clásico que no cae en la tentación de hacer una radiografía en tono de denuncia, un drama histórico y político que no resbala con los acomodados juicios de la revisión histórica. Oportuna serie para nuestros tiempos donde el reclamo del uso de la energía nuclear por países emergentes resulta un desafío para los potencias hegemónicas.
 
El éxito de la serie convirtió a la ciudad ucraniana de Chernobyl un centro turístico donde todavía la radiación muestra sus dientes. A pesar de ello el número de visitas va en aumento, turistas con sus selfies, modelos de revista semidesnudas frente a la mítica noria, son un una muestra de los clientes del turismo nuclear que empañaba la memoria de las víctimas y el alto precio en vidas que pagó URSS para controlar la tragedia.
Héctor A. Calderón B.

Escritor, guionista y docente universitario.

Premio Nacional de Guión 2010.

Ministerio de Cultura, Colombia. 

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